martes, 16 de febrero de 2010

El Islam y los Judios



Mientras que el cristianismo había demorado tres siglos y medio para atraer a las masas y alcanzar una posición dominante en el mundo romano, su principal competidor, la fe del Islam, conquistó una gran parte del mundo mediterráneo y se estableció como imperio desde la India hasta España, en menos de setenta años. La Iglesia bizantina intentaba imponer su versión del cristianismo (griego ortodoxo) en toda Europa, Norte de África, Asia Menor y el Oriente Medio y parecía haber vencido a todos sus enemigos, llegando a su punto culminante en la primera parte del siglo VII. Repentinamente, el Islam barrió desde el desierto de Arabia, y el cristianismo fue obligado a retroceder geográfica, política y psicológicamente. Precisamente en aquella época, la iglesia bizantina parecía lograr su propósito “sagrado” de erradicar totalmente el judaísmo. Los exiliados judíos sufrieron a manos de los bizantinos aun más que lo padecido bajo el antiguo régimen de Roma, y se perdió totalmente el rastro de muchas comunidades que estuvieron bajo el dominio de los pueblos bárbaros que arrasaron gran parte de Europa Occidental. Por otro lado, los judíos de Bavel que habían vivido un clima de tranquilidad durante el período de los Amoraím hasta Rav Ashi - el recopilador de la Guemará, comenzaron a sufrir luego de su muerte la opresión de los emperadores sasánidas persas, que copiaron a los bizantinos al tratar de imponer obligadamente su credo a los judíos. Bajo sus garras, se cerraron las Ieshivot de Sura y Pumbedita. Cuando Heraclio - el emperador bizantino - venció a los sasánidas, el temor de las comunidades de Bavel creció aun más, pues nada bueno auguraba su soberanía.Ya el remanente de judíos en Israel había estado sufriendo bajo la represión de Heraclio, que los acusó de haber cooperado con los persas, y había ordenado bautizar a todos los judíos de su imperio luego de masacrar a los judíos en Israel. También los reyes visigodos (de España) Recaredo - convertido al catolicismo, Sisebuto, Chintila y Égica, demostraban su celo cristiano persiguiendo a los pobres judíos y progresivamente realizando conversiones forzosas, imponiendo decretos crueles y finalmente prohibiendo la religión judía en su territorio. Pero finalmente - Bizancio fue derrotada, y su plan de hegemonía en Asia Menor y la cuenca mediterránea, fue frustrado por la marea creciente del Islam que providencialmente permitió a los judíos existir entre las grietas del Islam y la iglesia bizantina. A comienzos del siglo VIII también la península ibérica cayó en manos musulmanas.

LA FUNDACIÓN DEL ISLAM

El fundador del Islam fue Mahoma, quien quedó huérfano siendo aún joven, y vivía en la Meca (cerca de la costa occidental, en el centro de la península arábiga).Mahoma, como otros en su época quedó fascinado con la idea del monoteísmo. Este concepto era revolucionario para las tribus nómades, primitivas y paganas que componían en aquellos tiempos la enorme y desértica península árabe. Decidió entonces, terminar con las formas paganas de sus paisanos árabes. Poco después empezó a caer en trances, y anunció que estaba experimentando visiones, afirmando que desde el cielo le habían encomendado salvar al mundo árabe, y transmitir sus profecías al resto de la humanidad. Su mensaje, a diferencia del cristianismo, fue un atribución de política y poder. Reprobó las debilidades del mundo árabe del siglo VII (a comparación de los imperios bizantino y persa) y vio como su misión construir una nueva religión, y aun más importante, cimentar el imperio. La Meca había sido una parada fija en la ruta de la seda y de las especias de la India y Asia varios siglos antes de Mahoma la convirtiera en una ciudad sagrada. En aquel entonces era también la ciudad espiritual venerada por todas las tribus locales, porque allí está la Kaaba (una piedra grande negra), que todos respetaban a pesar de las diferencias entre ellos. Los habitantes de la Meca vivían gracias a las peregrinaciones que los árabes hacían a esa piedra. Medina es una ciudad ubicada en otro oasis al norte de La Meca, y se constituyó en el segundo lugar más sagrado del Islam. En Meca y especialmente Medina había también fuertes comunidades judías, integradas principalmente por comerciantes y artesanos. (El origen de los judíos en la península arábiga es incierto. Muchos pueden haber sido refugiados de las persecuciones romanas y persas, mientras que también existen leyendas que relatan acerca de grupos enteros que se han convertido al judaísmo guiados por los judíos expatriados.) Estos judíos no eran especialmente estudiosos – el hecho es que no había ninguna Yeshivá en Arabia – pero su lealtad al judaísmo era muy profunda. Es a partir de estos judíos - no muy eruditos - que Mahoma desarrolló sus conocimientos del judaísmo, y esta superficialidad de sapiencias es lo que contribuyó a muchas de las inexactitudes sobre la Torá y la Emuná que llenan el Corán. El Corán es el libro básico de la fe, la práctica y la teología musulmana, y afirma de manera inequívoca que D–s es Singular, Eterno (no “nacido”), y Omnipotente. Contiene el recuento de las revelaciones que según Mahoma se le hicieron durante los períodos de la profecía.

LA INFLUENCIA DEL JUDAÍSMO SOBRE EL ISLAM

Al igual que muchos de los árabes, también él se consideraba descendiente directo de Avraham a través de Ishmael, hijo de Hagar. En el año 610 (de la era común), Mahoma comenzó a predicar su nueva religión en público. Creía que la descendencia espiritual verdadera de Avraham era a través de Ishmael - y no de Itzjak (como decimos los judíos), aunque concedía que también Itzjak debía ser respetado como profeta en la jerarquía del Islam. Fue así, que originalmente, muchas de las costumbres y los rituales judíos se incorporaron en el Islam a través de Mahoma. El consumo de cerdo estaba prohibido, se debían recitar las oraciones obligatoriamente mirando a Ierushalaim y se institucionalizó la práctica de la circuncisión - algo que solían hacer rutinariamente desde la época de Avraham e Ishmael -pero transformada por Mahoma en una declaración de fe en el D”s único. La idea del monoteísmo musulmán puro es, sin duda, de origen judío. Su calendario sería lunar y se decretó que el gran día de ayuno anual el décimo día del primer mes de su calendario, al igual que Iom Kipur. Puesto que había incorporado tantas prácticas judías, Mahoma esperaba recibir el apoyo y la aceptación de las comunidades judías de Arabia. Sin embargo, y aun a punta de espada, no fue aceptado ni apoyado por ellos, lo cual lo llevó a guerrear en contra de ellos, e incluso renegar de algunas de sus prácticas originarias. Cambiaron pues ciertas leyes: el día de ayuno anual inicial pasó a ser un mes de ayuno diurno y reflexión - el Ramadán; la circuncisión se siguió manteniendo, pero desempeñando un papel diferente del que tiene en el judaísmo; el número de la oraciones diarias aumentó de tres a cinco y recitadas mirando hacia La Meca en lugar de Ierushalaim. El Shabbat fue abolido, y, en cambio, el día santo musulmán sería el viernes, pero no como día de descanso y reunión familiar, sino como espacio de de reunión pública para el culto.

EL GOBIERNO DE LA ESPADA

Los habitantes paganos de La Meca se opusieron violentamente a sus pretensiones de ser profeta y a sus enseñanzas. La tribu de Quraysh, el clan dominante en La Meca, veía a Mahoma como un elemento perturbador y potencial usurpador de su poder. Lo obligó a huir de La Meca, y en el año 622 (que posteriormente se convierten en año 1, en el calendario musulmán) se instaló en Medina. El año de la huída de Mahoma a Medina es conocido como el año de la Hégira. En Medina, durante su exilio forzoso y donde tuvo un gran número de seguidores, reformuló y difundió muchas de las ideas centrales de su nueva fe. Predicó la conversión a su fe aun si fuese impuesta por la fuerza, y, a partir de esta enseñanza, sus secuaces fanáticos disfrutarían el derramamiento de sangre, sobre todo porque estaba sancionado por sus dictámenes religiosos. Mahoma pronto derrotó a sus hermanos árabes paganos en Medina, obligándolos a aceptar su nueva religión. Muchos cristianos fueron condenados a muerte por su negativa a abandonar su fe y abrazar el Islam. Sin embargo, la mayoría de las tribus paganas se convirtieron espontáneamente, y, de hecho, formaron los ejércitos que extenderían la nueva fe en todo el mundo. Una vez que había acabado con los árabes de Medina, volvió su atención a los judíos. Si bien en el Corán, los judíos son los que anuncian la venida del gran profeta Mahoma a sus malvados vecinos árabes, en la vida real gracias a su indignación por haber sido despreciado, Mahoma les hizo la guerra y arrasó con ellos (la solución lógica del “problema judío”). En algunos casos se les permitió exiliarse llevándose solamente una parte de sus bienes, y en otras oportunidades se los masacró sin piedad. En el año 630 Mahoma y sus guerreros derrotaron a la tribu Quraish y ocuparon La Meca donde destruyó los lugares de culto antiguos. Convirtió la Kaaba, en un templo de Avraham e Ishmael. También allí ejecutó a muchos de sus antiguos adversarios, y, como lo había hecho en Medina, diezmó a la comunidad judía. Poco después se estableció que ningún no-musulmán podría entrar a La Meca, y menos aun habitan allí. Los judíos sobrevivientes de La Meca y Medina huyeron a Yemen y a otras partes del Oriente Medio, y por sobre todo, a Siria. Mahoma regresó a Medina, para habitar allí por el resto de su vida como patriarca, juez y legislador de la nueva fe del Islam. Pero la espada de Mahoma, una vez desenvainada, seguiría su viaje en todo el mundo en misiones de conquista y conversión violenta.

LA EXPANCIÓN DEL ISLAM

Cuando Mahoma murió en el 632, tan sólo diez años después de la Hégira, la religión del Islam se limitaba a las ciudades de Medina y La Meca y algunos enclaves dispersos de Arabia. Mahoma, no había tomado medidas para determinar su sucesión, tal vez por sentirse inmortal. Su más cercano pariente masculino era su primo Alí, quien se había casado con su hija Fátima. Sin embargo, la mayoría de los miembros de la tribu que habían apoyado a Mahoma en sus guerras, y sobre todo el pueblo de Medina, repudió la pretensión Alí al liderazgo y nombró a Abu Bakr como su líder, y sucesor del profeta (califa). Él, a su vez, fue luego sucedido en su puesto por Omar. Omar entendió que había mucho disenso entre los propios musulmanes. Las ciudades de Medina y La Meca se veían como competidoras mutuas, más que como aliados. Para hacer frente a la situación, recurrió a la antigua táctica de los dictadores para abortar la rebelión interna: se embarcó en guerras de conquista en el extranjero. Los resultados de esta guerra superaron las expectativas más altas del califa: conquistó Persia, la Mesopotamia y Egipto. Fue así, que el Islam llegó a Babilonia - y a los judíos de Bavel... Ninguna otra religión había experimentado una expansión tan rápida en adherentes y en el control del territorio como lo hizo el Islam en el siglo siguiente. Desde África hasta el Cáucaso y de la India a España, la nueva religión muy pronto fue dominante. Tanto los imperios bizantino como los persas se habían desangrado por durante las guerras que habían sostenido y no pudieron hacerles frente.

LOS SUNITAS Y CHIÍTAS
Los musulmanes se dividieron apenas comenzaron a crecer (no muy distinto a lo que sucedió en el cristianismo).Sin embargo, en el Islam, no se trataba tanto por una cuestión de doctrinas o creencias, sino puramente por el poder y los derechos de herencia. El grupo principal de los musulmanes, los seguidores de Abu Bakr y Omar, que se conocen hasta hoy como los “sunitas”, fue el grupo más numeroso y poderoso (y moderado) en el Islam. Sin embargo, un número considerable de fieles (los “chiítas”) siguieron Ali, yerno de Mahoma. Estas contiendas antiguas de poder persistieron durante los próximos catorce siglos. Simultáneamente, esta división permitiría a los judíos convertirse en “necesarios” en la sociedad islámica, ya que poseían mucha experiencia y estudio y podían aportar mucho a los unos y a los otros. Para sobrevivir en el mundo musulmán, los judíos sólo necesitaban mantener un perfil bajo, permanecer en un lugar moderado en la sociedad y demostrar sumisión y respeto a los gobernantes.
OMEYAS Y ABASIDAS
La primera dinastía sunita de califas que encabezaron el gobierno se conoce como omeyas. Esto siguió siendo así, pese a la oposición constante de Alí y sus descendientes. Pero los omeyas se ganaron muchos enemigos. En el año 750, los enemigos chiítas se unieron a sus adversarios y derrocaron a la de los omeyas. Un nuevo califa, descendiente de Abbas, tío de Mahoma, inauguró la dinastía abasí, que gobernó durante más de cinco siglos. Trasladó la capital principal del mundo árabe de Damasco a Bagdad, situándose en las proximidades de la comunidad judía de Bavel. Esta demostraría ser una bendición a medias, pues aunque los judíos ahora podrían ejercer más influencia en la corte (y volvieron a florecer las antiguas Ieshivot de Sura y Pumbedita), todos los detalles de la vida judía de Babilonia quedaron bajo el escrutinio no siempre amistoso del califa de turno de Bagdad. Mientras tanto, los sobrevivientes omeyas huyeron a España, donde años más tarde, bajo la dirección de Abd ar-Rahman, se establecieron como gobernantes del Califato de Córdova. Allí, en Andalucía, comenzó a desarrollarse libremente la comunidad judía tan castigada por los visigodos, dando comienzo a la edad de oro del judaísmo español (bajo el dominio omeya y almorávide hasta la conquista de los almohades), y fue allí donde más tarde se estableció la primera Ieshivá gracias al liderazgo de Jisdai ibn Shaprut.

JUDÍOS BAJO EL DOMINIO DEL ISLAM

La actitud y la relación de los líderes musulmanes hacia los judíos fueron muy variadas. El propio Mahoma había tenido cierto acercamiento inicial con algunos de los judíos de Medina y la mayoría de los comentarios favorables en los judíos en relación con el Corán emanan de este primer período del ministerio de Mahoma (este texto fue recopilado en numerosas etapas, y, por lo tanto, tiende a ser contradictorio en muchos temas relacionados con la política y la visión del mundo. Es así que contiene por un lado grandes elogios, y por otro, terribles vituperios hacia los judíos). El resto de los judíos, sin embargo, rechazó el Islam y no estaban dispuestos a aceptar su culto (al igual que sus antepasados habían rechazado el cristianismo seis siglos antes), si bien - indudablemente - veían la base monoteísta del Islam como un importante avance por sobre el paganismo árabe anterior. La mayoría de las cosas terriblemente negativas que el mismo Corán dice sobre los judíos y el judaísmo, son el resultado de esta época posterior y la creciente conciencia de Mahoma que los judíos ya no aceptarían el Islam.

Dadas estas dicotomías, nunca fue difícil para los gobernantes musulmanes citar el Corán según su conveniencia para justificar casi cualquier política – favorable, o no - que se estableció con respecto a los judíos. Después del martirio en masa de un número de comunidades judías, los musulmanes replantearon su actitud hacia ellos. Con buen criterio pragmático, abandonaron el genocidio improductivo, y en su lugar decidieron aprovechar los talentos, la posición y las conexiones estratégicas de las comunidades judías establecidas ahora bajo su control.

LOS JUDÍOS DEL YEMEN

El título que se conferiría a los judíos en el futuro sería la “Gente del Libro”, o sea, creyentes en una religión monoteísta, que merecen “mayor respeto” que los idólatras. Así fue que se aseguró a los judíos del Yemen la libertad de culto a cambio del pago de un impuesto per cápita impuesto a todos los no musulmanes. La persecución activa musulmana hacia los judíos, recién ganó fuerza cuando los chiítas tomaron el poder, de manos de los sunitas que habían sido más tolerantes. Bajo su gobierno, los judíos yemenitas sufrieron mucho (a pesar que se mantuvieron firmes en sus convicciones).Bajo sus leyes, los judíos eran considerados “impuros”, y por lo tanto, estaba prohibido que tocaran a un musulmán o el alimento de un musulmán. Eran obligados a rebajarse frente a un musulmán, a caminar del lado izquierdo de él y saludarlo siempre primero. No podrían construir casas más altas que la de los musulmanes, ni montar camellos o caballos, y cuando cabalgaban sobre una mula o un burro, debían sentarse hacia el costado. Al entrar en el barrio musulmán, un judío debería quitarse los zapatos y caminar descalzo. Si era atacado con piedras o a puñetazos por jóvenes islámicos, no le estaba permitido defenderse. En tales situaciones tenía la opción de huir, o pedir la intervención por un transeúnte musulmán misericordioso. Así vivieron los judíos yemenitas durante muchos años. En la época del Ramba”m, dada la presión cruel de los gobernantes, habían judíos yemenitas que se mostraban en público como musulmanes, mientras que en su vida privada mantenían intacta la práctica del judaísmo. Asimismo, apareció en Yemen por aquel entonces, un falso Mashíaj. El Ramba”m los defendió en una de sus cartas más famosas, enfrentándose a quienes opinaban que estos judíos (al igual que sus pares marroquíes de Fez, que habían estado expuestos a una situación similar) debían dar su vida antes de aceptar ser identificados como musulmanes. Ramba”m escribió que no se debía despreciar a los judíos que retornaban (haciendo Teshuvá) de su “vida doble” a la que habían estado expuestos, en particular por el hecho de que el culto del Islam, si bien sus creencias son herejía según la Torá, no constituye Avodá Zará (idolatría).Asimismo, los alentó para que tengan la fuerza de no dejarse llevar por los mesiánicos impostores.

LOS EFECTOS DEL ISLAM

Sin embargo, si bien siguió habiendo una fuerte tendencia entre algunos grupos musulmanes de eliminar a los judíos de su sociedad, los gobernantes en general, tomaron una actitud positiva (cuidando también sus propios intereses), y generalmente protegieron a los judíos expuestos a los estragos de los elementos más radicales. La repentina e imprevista aparición del Islam en la escena mundial, sirvió para resguardar a los judíos de Babilonia de la cruel persecución de los cristianos bizantinos. El esquema político mundial cambió totalmente: a fines del siglo VII, sería la mezquita de Omar, y no una iglesia, la que estaba sobre el Monte del Templo en Ierushalaim. Si bien, en la actualidad es difícil entenderlo, históricamente hemos sufrido más a manos de los cristianos, que por persecución musulmana. Los judíos en Bavel se beneficiaron enormemente a causa de la sustitución del dominio bizantino, por los musulmanes. Al tratar directamente con los califas de Bagdad y otras ciudades de Medio Oriente, los judíos pudieron revitalizar sus sociedades, y en Babel experimentaron un gran florecimiento, que se convertiría luego en la plataforma de la que crecerían las comunidades de Sefaradim y Ashkenazim. Comenzó pues una nueva era (la época de los Gueonim), que marcó la institucionalización definitiva de la vida del Talmud entre el pueblo judío.

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