En la cámara íntima del Gran Templo,
el "Santo de Santos", había un arca de oro, conteniendo
las "Tablas del Testimonio" sobre las que estaban
inscriptos los Diez Mandamientos, y el rollo original de la Torá
escrito por Moshé.
Por encima del arca estaban los keruvím
(querubines), dos figuras aladas,
cinceladas de un único bloque de oro puro.
Los keruvím representaban la relación
entre Dios y Su pueblo: el Talmud cuenta que cuando el pueblo judío
era fiel a su Dios, los keruvím estaban uno frente al otro, y cuando
Israel se revelaba contra la voluntad del Omnipotente, se daban
vuelta; los momentos en los que el amor y la buena voluntad entre
Dios y Su novia estaban en su cúspide se reflejaban en el abrazo de
los keruvím "como un hombre se une a su mujer".