En la cámara íntima del Gran Templo,
el "Santo de Santos", había un arca de oro, conteniendo
las "Tablas del Testimonio" sobre las que estaban
inscriptos los Diez Mandamientos, y el rollo original de la Torá
escrito por Moshé.
Por encima del arca estaban los keruvím
(querubines), dos figuras aladas,
cinceladas de un único bloque de oro puro.
Los keruvím representaban la relación
entre Dios y Su pueblo: el Talmud cuenta que cuando el pueblo judío
era fiel a su Dios, los keruvím estaban uno frente al otro, y cuando
Israel se revelaba contra la voluntad del Omnipotente, se daban
vuelta; los momentos en los que el amor y la buena voluntad entre
Dios y Su novia estaban en su cúspide se reflejaban en el abrazo de
los keruvím "como un hombre se une a su mujer".
El Talmud cuenta que cuando los
enemigos de Israel invadieron el Templo, entraron al Santos de
Santos, un lugar tan sagrado que el ingreso a él sólo estaba
permitido a un único individuo, el Sumo Sacerdote, y ello sólo en
Iom Kipur, el día más santo del año. Allí vieron a los keruvím
abrazados uno al otro. Los arrastraron fuera del Templo hacia las
calles, pervirtiendo y vulgarizando su sagrado significado.
Veremos el párrafo que nos indica la
construcción de los kerubim en la Torá:
Shemot/éxodo 25:18 al 20 - "Harás
también dos querubines de oro, labrados a martillo los harás, en
los dos extremos de la cubierta. Harás, un querubín al extremo de
un lado, y un querubín al otro extremo del lado opuesto: de la
calidad de la cubierta harás los querubines en sus dos extremidades.
Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas la cubierta: sus caras la una enfrente de la otra, mirando a la cubierta las caras de los querubines."
Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas la cubierta: sus caras la una enfrente de la otra, mirando a la cubierta las caras de los querubines."
Las dos imágenes de “kerubim”(en
hebreo) -querubines- sobre la tapa del Arca de la Alianza fueron
ordenados por la Torá y no fue una decisión humana sino que una
orden dada directamente por Dios.
No es el primer caso que veremos que
Dios da una orden que si la misma orden fuera concebida por una
persona seria un grave error.
Hay que tener presente en todo momento que no existe nada más acérrimamente y contrario a la idolatría que lo que esta escrito en la Torá, ya que el Eterno es su Autor. Por lo tanto,
¡No es para nada razonable suponer
que la fuente de toda santidad promueva el pecado!- ¡Evidentemente
que tampoco esto, no lo es.!
Entonces, ¿por qué la Torá estipula que se tallen estos dos objetos sobre el Arca?
¿No podría llevar todo esto al error a los ingenuos y poco conocedores?
Explicaciones se han dado varias, así que brindaremos una (basada en el pensamiento del RaMBa"M) el famoso rabino y médico Granadino llamado por los españoles Maimónides
Dios quería dejar bien en claro que es Rey sobre todo lo creado, tanto de lo físico como de lo espiritual, de lo palpable como de lo que no es humanamente comprehensible.
Y así nos ha ordenado diversos procedimientos, mandamientos, acciones, etc.
De ese modo el observador no podía
dejar de reconocer que los emisarios celestiales no son más que
siervos al servicio del Amo, tal como deberíamos estar activamente
nosotros.
Y eran dos figuras, de modo tal que ninguno supusiera remotamente que con una sola de ellas se representaba a Dios, o a algún poder que le fuera ajeno.
Y eran dos figuras, de modo tal que ninguno supusiera remotamente que con una sola de ellas se representaba a Dios, o a algún poder que le fuera ajeno.
Siendo dos, denotaban la existencia de la pluralidad de ángeles, y la no exaltación de ninguna criatura al rango de divinidad.
Además, está muy claro para cualquier israelita más menos informado que ninguno de los objetos del Santuario eran para ser adorados. Ni el candelabro dorado, ni el altar, ni el arca, ni los querubines, ni los profetas, ni los reyes, absolutamente, nada ni nadie debe ser venerado; solamente
Dios es digno de adoración. Por lo
cual, ningún fiel sentiría la atracción para rebajarse a la
adoración de esa figuras. Las tomaría por lo que son: emblemas del
Dominio de Dios sobre el Universo.
Así que, en resumen, ni son de idolatría, ni la promueven, ni son objetos de veneración, sino que son: ¡Todo lo contrario!
Están para alejar los ánimos idolátricos, y para fortalecer los sanos vínculos con el Creador.
Siempre hablaran de un Creador.
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