La redención de la opresión en Egipto hace 3,300 años sólo liberó al pueblo judío de la cultura egipcia. Ellos habían obtenido su libertad, pero todavía no habían obtenido orientación. Solamente recibiendo la Torá -la "instrucción " de cómo vivir su vida- 50 días más tarde en el primer Shavuot, comenzaron a tener la capacidad de utilizar significativamente su libertad. Los días intermedios entre Pésaj y Shavuot son importantes en sí mismos:
Y contarán para ustedes -(empezando) del día después de Shabat, desde el día que trajeron la ofrenda del omer- siete Shabatot hasta el día después del séptimo Shabat, 50 días contarán (Vaikrá 23:15-16).
La Torá nos ordena contar cada uno de los días entre Pésaj y Shavuot, 49 días consecutivos, empezando por el dieciséis de Nisán -el día después de la primera noche de Pésaj- hasta el Yom Tov de Shavuot. Estos días son observados a través de la mitzvá de Sefirat haomer, la cuenta del omer.
Debemos recordar que a medida que contamos el omer cada noche, no estamos conmemorando solamente un período de tiempo que ocurrió hace miles de años. Estamos experimentando nuevamente y viviendo a través de él, ahora. En otras palabras, si en Pésaj nosotros personalmente salimos de Mitzraim (Egipto), ahora estamos contando los días cuando estaremos parados junto al Monte Sinaí para recibir la Torá.
Cada individuo tiene que trabajar consigo mismo para entender lo que significa prepararse para recibir la Torá, porque una vez que entendamos qué estamos haciendo, entonces experimentamos el placer de ello. A cambio, la vida se vuelve más rica, nuestras rutinas diarias más significativas y nuestros problemas más fáciles de afrontar. Por lo tanto, si no por otra razón, nos debemos a nosotros mismos el entender qué significa recibir la Torá -para comprender el significado de sefirat haomer.
El judaísmo consiste en tres principios fundamentales: Hashem, Israel (el judío), y Torá. Cada uno de éstos corresponde a Pésaj, Sefirá y Shavuot, respectivamente.
Pésaj corresponde a Hashem. No obstante que Hashem faculta ángeles y otros intermediarios para llevar a cabo Su voluntad en la Tierra, en Pésaj, Él manifestó Su voluntad sin el uso de intermediarios.
Como la Hagadá señala, el éxodo de Mitzraim, culminando con la muerte de los primogénitos y la partición del Mar Rojo, fue efectuado directamente por Hashem. Esto hizo el grado de intervención Divina categóricamente diferente a cualquier otro milagro. Y así es como Pésaj es paralelo a Hashem.
Shavuot, obviamente es paralelo a la Torá. En Shavuot recibimos la Torá. Cuando Hashem nos habló y dijo los primeros dos de los diez mandamientos, todo judío -los millones que estaban parados junto al Monte Sinaí- escucharon Su voz directamente.
Todos los 613 mandamientos están insinuados en los diez mandamientos y los diez mandamientos están contenidos dentro del primer mandamiento. De esta manera, todo aquél que escuchó los primeros dos mandamientos, escuchó la Torá entera.
Por proceso de eliminación, los días de sefirá tienen paralelo con Israel (el judío). Paradójicamente, estos días son días de luto, cuando no escuchar música, rasurarse y otras restricciones obligatorias a los enlutados se aplican. La paradoja real es que es un período de luto por los 12,000 pares de discípulos de Rabí Akivá que murieron durante estos días porque no se trataban unos a otros con respeto. Esto es todavía más desconcertante, ya que estudiamos:
Rabí Akivá dijo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" -éste es el gran principio de la Torá (Sifrá, Parshat Kedoshim).
De acuerdo a Rabí Akivá, de los tres grandes principios del judaísmo - Hashem, Torá e Israel- amar al prójimo de Israel es el más importante. Si es así, ¿cómo pudieron sus discípulos, de entre todo el pueblo, morir porque no se trataban el uno al otro con suficiente respeto?
Después que Hashem dio la Torá en el Monte Sinaí, Él instruyó a Moshé para decirle al pueblo: "Regresen a sus tiendas" El rebe de Kotsk explica que Moshé les dijo en efecto: Ahora que ya poseen esta gran experiencia espiritual, vamos a ver cómo la traducen en sus relaciones diarias con los miembros de su familia y sus vecinos.
Con frecuencia nos encontramos personas que rezan con gran sentimiento. Se dejan llevar en el viaje emocional de arrojar sus cargas a Hashem. Y eso es bueno. En forma similar, conocemos personas cuya dedicación al estudio de la Torá es realmente inspiradora. Sin embargo, ¿cómo sabemos si tales personas lo hacen por motivos puros o para sí mismos? Rezo y Torá pueden ser experiencias que satisfacen a la persona misma. Todos nosotros nacimos con cierta tendencia espiritual. Quizá es sólo para satisfacer esta tendencia interna que lo hacen así.
En contraste, a pesar de que algunas personas tienen inclinación natural a ayudar a otros, amar al prójimo como a uno mismo requiere orientar la preocupación inherente por uno mismo y dirigirla hacia otro. Así, únicamente cuando una persona espiritual o un gran sabio de la Torá exhibe ahavat Israel, amar al prójimo judío, prueba realmente que su devoción al rezo y/o a la Torá son verdaderamente desinteresados. Si le dan al prójimo judío, entonces sus rezos y su Torá son una forma de dar a Hashem, no una forma discreta de darse a sí mismos, es decir, de satisfacer sus tendencias personales.
Por esta razón, los días de sefirá juegan un papel vital en nuestra experiencia de recibir la Torá en el tiempo de Shavuot. El requisito previo para recibir la Torá es pararse al pie del Monte Sinaí como "un solo hombre con un solo corazón". Ahavat Israel, amar al prójimo judío, no es sólo una idea bonita. No es posible ser un recipiente apropiado de Torá, si uno no posee un apropiado ahavat Israel. Imperfecciones y defectos leves, especialmente entre aquéllos que propugnan la Torá, pueden tener efectos devastadores a largo plazo.
Así, no es contradictorio y, ciertamente tampoco coincidencia, que los discípulos de Rabí Akiva murieran durante las semanas de sefirat haomer, porque éste es el tiempo cuando la mitzvá de "Ama a tu prójimo como a ti mismo" se acentúa. Los discípulos de Rabí Akivá tenían que ser mejores que el promedio, especialmente en sus relaciones interpersonales. Y en verdad lo eran - sin embargo, no lo suficiente.
Es por esto que cuando nuestros Sabios nos dicen los errores de los discípulos, no dicen que se avergonzaban unos a otros, peleaban unos con otros, o incluso se odiaban unos a otros. Los discípulos de Rabí Akivá simplemente no se tenían suficiente respeto. Como recipientes primarios de Torá en este mundo no debían tener virtualmente ningún defecto y convertirse literalmente "en un solo hombre con un solo corazón". Su incapacidad para alcanzar este elevado nivel empañó su capacidad de absorber Torá y consecuentemente los condujo a su muerte.
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