viernes, 24 de febrero de 2012

Cómo se puede conciliar las lecturas mal digeridas de Marx con la versión fundamentalista del Corán


El antisemitismo es un término que hace referencia al prejuicio o la hostilidad abierta hacia los judíos como grupo generalizado. Suele manifestarse en una combinación de prejuicios de tipo religiosos, raciales, culturales y étnicos.

Aunque la etimología del término podría dar a entender que se trate de un prejuicio contra los pueblos semitas en general, el término se utiliza en forma exclusiva para referirse a la hostilidad contra los judíos.

El antisemitismo puede manifestarse de muchas formas, desde formas de odio o discriminación individuales, ataques de grupos nucleados con dicho propósito, o incluso violencia policial o estatal.




El término semita hace referencia a Sem, quien según los escritos bíblicos fue el primogénito de Noé del que descenderían los hebreos, asirios, babilonios, elamitas y otras comunidades de Oriente Próximo y Medio.
Por extensión, semita se empezó a utilizar para designar a los pueblos hablantes de las lenguas semíticas y sus realizaciones culturales. Pese a carecer de toda base étnica, y al igual que sucedió con el término ario, la voz semita se transfirió de su significado lingüístico original a un nuevo significado racial.

El término antisemitismo fue acuñado en 1879 por el periodista Wilhelm Marr en su libro Zwanglose Antisemitische Hefte (y Wilhelm Scherer empleó ese mismo año el término Antisemiten en Neue Freie Presse), utilizándolo por primera vez en un panfleto antisemita que exhortaba a la hostilidad contra los judíos desprovisto de toda connotación religiosa. El panfleto de Marr, publicado en Berna, tuvo mucho éxito (doce ediciones en el mismo año) y fundaría unos meses después la Liga de los antisemitas (Antisemiten-Liga).


Paralelamente a ese desarrollo nacionalista, y atravesándolo en muchas ocasiones, evolucionó el moderno antisemitismo, que en esencia consideraba a los judíos como pueblo apátrida, ajenos al cuerpo de la nación y enemigos potenciales de ésta. El antisemitismo moderno no tiene ya, por tanto, connotaciones religiosas, al contrario que la tradicional judeofobia, aunque puede aparecer ligado a ésta.

El intelectual argentino-israelí Gustavo Perednik ha insistido en su obra en que el término "antisemitismo" es equívoco y debería ser reemplazado por el más apropiado de "judeofobia", acuñado por León Pinsker en 1882.

Las obras antisemitas más difundidas son Los Protocolos de los Sabios de Sion (Rusia, 1905) y Mi lucha (de Adolf Hitler), que proponía una solución final al problema judío, la cual llevó al Holocausto, que tuvo lugar en la Alemania Nazi cuando Hitler llegó al poder.

El antisemitismo ha adoptado formas diversas a lo largo del tiempo (no siempre reconocidas como tal), muchas veces incongruentes entre sí:

Los judíos fueron acusados por los nacionalistas de ser generadores del comunismo; por los comunistas de regir el capitalismo. Si viven en países no judíos, son acusados de dobles lealtades; si viven en el país judío, de ser racistas. Cuando gastan su dinero, se les reprocha ser ostentosos; cuando no lo gastan, ser avaros. Son tildados de cosmopolitas sin raíces o de chauvinistas empedernidos. Si se asimilan al medio, se les acusa de quintacolumnistas, si no, de recluirse en sí mismos.  -- Gustavo Perednik, España descarrilada, 2005


El escritor Ernesto Sabato expresó lo mismo en otras palabras: «el judío es banquero y bolchevique, avaro y dispendioso, limitado a su gueto y metido en todas partes. [...] La judeofobia es de tal naturaleza que se alimenta de cualquier manera. El judío está en una situación tal que cualquier cosa que haga o diga servirá para avivar el resentimiento infundado.»
Neoantisemitismo

El neoantisemitismo (o nuevo antisemitismo) es un concepto utilizado por algunos estudiosos para referirse al resurgimiento internacional de incidentes y ataques contra los judíos y sus símbolos, así como a la aceptación y difusión actual de creencias antisemitas de forma más o menos explícita. Según consideran sus proponentes, el nuevo antisemitismo se promueve fundamentalmente desde tres fuentes ideológicas dispares entre sí: la izquierda, el islamismo y la extrema derecha.
Sus proponentes constatan también que se han recuperado mitos tradicionales antijudíos, como las distintas teorías de la conspiración y en particular la del dominio mundial, uniéndose «a una nueva construcción política e ideológica euro-árabe de deslegitimación y destrucción de Israel»
Johann von Leers quien "patrocinó la publicación de una edición árabe de Los protocolos de los sabios de Sion, reanimaba el libelo de sangre, organizaba emisiones informativas antisemitas en numerosos lenguajes, educaba a neonazis de todo el mundo y mantuvo una cálida correspondencia animando a la primera generación de negacionistas del Holocausto". Todo ello le hace concluir a Fishman que "si la propaganda árabe antiisraelí y antijudía recuerda sumamente a la del Tercer Reich, es porque existe un buen motivo"

Entre los historiadores que señalan la existencia de este fenómeno es común señalar el origen del nuevo antisemitismo a partir de la derrota de los ejércitos árabes en la Guerra de los Seis Días (junio de 1967), que dio un vuelco en la imagen internacional de Israel, especialmente a ojos de la izquierda no comunista y de la llamada «nueva izquierda» occidental que eclosiona justo entonces (1965-68)

A ojos de la nueva izquierda antiimperialista de finales de la década de 1960 y 1970, Israel dejará de ser el David admirable y frágil y se convertirá en el Goliat agresivo e imperial. De la confluencia entre el tercermundismo de la nueva izquierda y el comunismo clásico prosoviético (que era ya por entonces abiertamente antisionista) nace una nueva mitología con un nuevo "David" palestino y un Israel "imperialista", servidor de Estados Unidos, y contribuye al resurgimiento de la antigua simbología antijudía europea, revestida ahora de tercermundismo y antiimperialismo.

En opinión de Pierre-André Taguieff, las características del nuevo antisemitismo son las siguientes:

  1. La instrumentalización masiva y virulenta del antirracismo con fines antijudíos.22 Taguieff cita como ejemplo la Conferencia Mundial contra el racismo celebrada en Durban en agosto de 2001, donde se recuperó la Resolución 3379 de la ONU aprobada en 1975 (y luego derogada en 1991) que asimilaba el "sionismo" como "una forma de racismo y discriminación racial". Se incluirían aquí las resoluciones sistemáticamente promovidas contra Israel con fines propagandísticos desde organismos dependientes de la ONU.23
  2. La banalización y tergiversación de la historia que promueve el negacionismo y que otros asumen de una forma más o menos implícita: abarca desde la denuncia de la exageración o aprovechamiento oportunista del Holocausto, hasta la acusación del montaje de la shoá, visto como exageraciones victimistas supuestamente urdidas por los propios judíos.
  3. Los modos de legitimación tomados tanto del viejo antiimperialismo y antiamericanismo, como de las críticas a la globalización neoliberal.
  4. La confluencia e interacciones entre la visión de Israel como "pequeño Satán" por parte del islamismo y las representaciones occidentales "antisionistas" incondicionalmente favorables a los palestinos. Ambas visiones comparten estereotipos clásicos antisemitas, como el mito de la dominación mundial, y de nuevo cuño, como la percepción de Israel como potencia colonial y racista.
Antisionismo, crítica a Israel y antisemitismo
Aunque muchas veces se confunda la crítica al Estado de Israel con antisionismo, ambas cuestiones son en algunos puntos diferentes. El antisionismo es la oposición y negación del derecho de autodeterminación del pueblo judío. El antisionismo se opone a la existencia del Estado de Israel por considerarlo ilegal, ya sea cuestionando el emplazamiento de dicho Estado y abogando por ende con su destrucción, ya sea negando que el pueblo judío sea una nación, afirmando que es una religión y que no necesitan un Estado. En tal sentido, el antisionismo viene asociado con críticas irreconciliables con el Estado de Israel, ya no sólo por sus políticas, sino por su mera existencia.
El filósofo argentino-israelí Gustavo Perednik, en su tratado sobre la judeofobia, dice:

El antisionismo descalifica los sentimientos y aspiraciones nacionales de los judíos (y sólo de los judíos) y considera a Israel (y sólo a Israel) un estado ilegítimo. No estamos hablando aquí de la crítica a las políticas de Israel. Estas críticas no implican antisionismo ni su componente judeofóbico. --Gustavo Perednik, La naturaleza de la judeofobia

Relación entre antisionismo y antisemitismo
En opinión de Perednik, la obsesión antisionista con deslegitimizar solamente a un Estado —el judío— revela el componente judeofóbico de su intención. Así:


Aun cuando desde un punto de vista estrictamente teórico se podría ser antisionista y no judeofóbico, el antisionismo propone acciones que llevarían a la muerte de millones de judíos. Por ello en el mundo las dos expresiones de odio [a Israel y a los judíos] están íntimamente entrelazadas, como muchas veces revelan sus propios voceros. -- Gustavo Perednik

ENLACES ANTISEMITAS

http://radioislam.org/islam/spanish/index.htm
http://libros-ns.blogspot.com/2011/03/arnold-leese-asesinato-ritual-sionista.html
http://www.palestinalibre.com/t3/page0.asp?Id=25718&Md=7
http://www.libreriaeuropa.es/






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son moderados, cuide la santidad de la palabra.