Cuenta el Talmud (Bava Metziá 107:) Que Rab, su nombre completo es Rab Aba Arija entro cierto día al cementerio, e "hizo lo que hizo".
Según nos explica Rashí o Rabí Shlomo Itsjaki "hizo lo que hizo", significa que por medio de susurros y oraciones determinadas sobre las tumbas se enteró de lo que había causado la muerte de sus ocupantes y noto que noventa y nueve de de los fallecidos, habían muerto del mal de ojo “Ain Hará” y solo uno de muerte natural.
El Rab explicaba el versículo de Deuteronomio 7.15: "Y apartara el Eterno de ti toda enfermedad" como si también dijera "Apartara de ti el mal de ojo", puesto que según su comprensión casi todas las enfermedades provenían del mal de ojo.
Rab también podía saber aproximándose a cada tumba, de que enfermedad murió la persona sepultada en ella. En otro pasaje agrega que Rab preguntaba en un estado de somnolencia al muerto lo que le había sucedido, y de ese modo conocía la razón de su fallecimiento. Basados en este concepto, los Jajamim recomendaron pronunciar sobre el enfermo la formula correspondiente para quitarle el Ain Hará, llamada en hebreo Lajash le Ain Hará.
Según se comprende es posible que los que hayan muerto fueron también aquellos que desearon el mal de ojos o una envidia al prójimo, ya que el mal de ojos es una vía de doble sentido.
“Cuando la gente desea el mal recibe parte del mismo”
Existe una ley espiritual en el judaísmo llamada, “midá kenegued midá”, medida por medida. Esto significa que cualquier cosa que los humanos hagan, desde el cielo se le responde de la misma manera.
Pidyón “Ceremonia de rescate”
Hay quienes acostumbran a hacer una ceremonia de rescate por un enfermo en estado grave, que se emplea para enfermedades de cualquier índole.
El pidyon se suele hacer generalmente con 160 monedas de plata que corresponden a los valores numéricos de las siguientes palabras Tzelem צלם “forma” y el valor numérico de las palabras Ets עץ “árbol” y Kesef כסף “plata”.
¿Cómo evitar el mal de ojo?
Hay que intentar ser como Yosef, y el motivo es que Yosef era un hombre que triunfaba, que nunca conoció la decadencia ni el fracaso.
En nuestro acaecer diario sucede que logramos tener alguna vez cierto éxito y luego se puede percibir una decadencia, hay quienes ruegan no llegar muy alto por temor a la caída, dado que al parecer suele ser proporcional a la altura de la elevación.
Hay una expresión que se encuentra registrada en el Talmud Berajot 55 b. y que se emplea cuando alguien considera que esta bajo influencias del Ain Hará.
Se toma el dedo pulgar de la mano derecha, aprisionando por los dedos de la mano izquierda, exceptuando el pulgar que a su vez será tomado por los cuatro dedos restantes de la mano derecha es decir de forma inversa y luego hacer la siguiente afirmación:
“Yo soy (nombre del hijo) hijo de (nombre del padre), descendiente de Yosef a quien no le puede dañar el mal de ojo”.
Quizás nos preguntemos ¿Por qué decimos descendiente de Yosef si quizás nosotros no seamos sus descendientes, o por que Yosef el Tzadik esta por encima del Ain Hará?.
Nos enseña el Talmud que todo el que enseña algo a alguien, ese alguien es considerado como su hijo. Y cuando nosotros decimos soy descendiente de Yosef, estamos diciendo soy su alumno, pertenezco a su escuela y sigo sus pasos.
Yosef se cuidaba de pecar en cuestiones sexuales, evitó caer ante la esposa de Potifar una de las mujeres mas bellas de la corte faraónica, pero también nos explica que Yosef era tan bello que en los desfiles de gobierno enfocaba sus ojos hacia a la tierra para evitar desear a alguna mujer, cuando Yosef salía, las mujeres se subían a los muros para arrojarle sus joyas de modo que él alzara sus ojos pero ellas no lo lograban por que el las evitaba por todos los medios. Como pudo verse en toda su vida fue una persona de mucho éxito, cuando joven a la edad de treinta años fue Virrey de Egipto gobernado hasta la edad que falleció a los 110 años, quizás fue el único gobernante sin Ain Hará.
Yaakov le dice a su hijo Yosef:
"Y ahora, tus dos hijos, Efraím y Menashé que te nacieron en la tierra de Egipto antes de que yo viniese a ti en la tierra de Egipto, serán míos; como Rubén y Shimeon serán míos." (Bereshit / Génesis 48:5)
Yaakov bendijo a Yosef y a sus hijos “Efraín y Menashé” como esta expresado en Bereshit 48:20, una bendición que acostumbramos a decir a nuestros hijos generalmente al comenzar el banquete del Shabat como dice en Bamidbar 6: 24-26
Y es por eso que el abuelo Yaacob los puso bajo su nombre al mismo nivel que sus hijos mayores. Y es por eso que los designó como modelo de bendición: " Y los bendijo aquel día diciendo: -Israel bendecirá en vuestro nombre, diciendo: ''Dios te haga como a Efraín y como a Menashé ''..." (Bereshit / Génesis 48:20). Tal como Rashí explica en el lugar: "aquel que quiera bendecir a sus hijos, es bueno que lo haga con esta bendición, para que el Eterno los haga como Efraím y Menashé".
Yaakov reconoció el vigor de la educación en la fidelidad al Eterno provista por Yosef, similar a la que Yaakov había instruido a sus propios hijos. Una educación que los hacia poder sortear las dificultades que presentaba la poderosa cultura idolátrica que imperaba en el entorno.
Según Maimónides el Rambam su postura con respecto al Ain Hará, el interpreta que cada vez que en la Torá y en el Talmud se menciona al ojo malo, se refieren a la persona que es envidiosa.
¿De que modo una persona suele tener envidia?, la envidia comienza a partir del sentido de la visión. Cuando alguien ve que el otro tiene mas cosas que uno mismo no importa lo que ello sea. Pero la importante salvedad que hace el Rambam es que esa envidia no quiere decir que pueda transmitir el mal.
Por ello, cuando Maimónides analiza la sentencia del Rab Aba Arija en el Talmud que dijo que 99 de los enterrados en ese cementerio, murieron por el mal de ojo, señala que son ellos justamente los que tenían envidia. O sea que no es como que algunos interpretan que hayan muerto víctimas del mal de ojo ajeno, sino que murieron víctimas de su propio ojo malo, es decir, de su propia envidia. Dado que no se puede matar a nadie con los ojos.
Según esta hipótesis, entonces, se trata de un problema que concierne únicamente al que experimenta envidia, celos y desmedida ambición. Daña a uno mismo pero no al prójimo. Cuando se menciona al ojo, no es sino un giro idiomático. Dice también el Talmud: "Ain roa be lev jover" diciendo el ojo ve y el corazón envidia.
“Es decir que la envidia entra por los ojos”
Rab Berl Schtudiner
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