Rosh HaShaná la cabeza del calendario judío y Pesaj son comienzos del año según nos explica el Talmud en el tratado Rosh HaShaná.
En el tiempo de Rosh HaShaná Dios crea a Adam el primer ser humano, pero Pesaj es el momento de una creación nueva del pueblo israelita.
Las potencias espirituales y celestiales que actúan en la época de Pesaj son de tal naturaleza que cualquier judío podría alcanzar prácticamente lo imposible si las utilizara como corresponde.
Un intento por avanzar, por alcanzar un nuevo nivel de sensibilidad espiritual, y de perfeccionamiento personal, el mismo podría tener un cierto grado de éxito en Pesaj que sería mucho más difícil de alcanzar en cualquier otro momento, es el ideal para toda circunstancia judía.
Ese momento sobrepasa lo natural, por que en circunstancias normales para lograr elevar nuestro nivel necesitamos subir gradualmente con tiempo y esfuerzo, pero resulta que la palabra “Pesaj” significa salto, el salto que en varios ordenes nos permite un crecimiento de mayor intensidad que en otras épocas, algo así como lo que un viento de cola ayuda a acelerar un viaje en aeroplano.
Esta fuerza es intensa en la primer noche de Pesaj, por que es el momento optimo con los mundos superiores, en nuestro rezo nocturno el Maariv o Arbit se operan los vínculos para conectarnos con los mundos superiores, pero en la primera noche de Pesaj las mismas se efectúan de modo automático y sin necesidad de grandes esfuerzos por que nuestro trabajo no es necesario, simbólicamente es como que entras a la cabina y el aeroplano se pone en marcha solo hacia su destino y a la máxima potencia.
En esa noche de Pesaj los judíos somos protegidos por Dios en mayor medida que el resto del año, del mismo modo que nos pregunta la Hagadá: "¿Por qué esta noche es diferente de las demás noches?", la respuesta es que ciertamente esta noche de Pesaj es muy diferente al resto de las noches, en la misma se abren las compuertas celestiales y el mundo espiritual es mas cercano.
El pueblo judío estaba en esa noche a la salida de Egipto en su nivel más bajo, por causa de la esclavitud, el trabajo forzado y las impurezas de la idolatría y las malas costumbres de Egipto, las mismas eran una mala influencia e ingresaban hasta por los poros del pueblo judío, habíamos llegado al nivel de impureza mas bajo es decir el “cuadragésimo noveno” , teníamos que ser redimidos en ese momento, porque si permanecíamos mas tiempo en Egipto nos hubiéramos sumergido en el quincuagésimo nivel, un pozo espiritual donde no hay forma de salir.
Todo depende de cuan rápido nos movamos. Hemos visto como eran todos los movimientos del pueblo judío antes de la velada de Pesaj, todas las cosas se hacían de modo acelerado, si no se apuraban perdían ese tren expreso con destino a la redención.
El Maharal de Praga el Rabí Iehudá ben Betzalel Loebnos explica que si uno se mueve rápido, acortando el tiempo necesario para llevar a cabo una labor, uno puede sobreponerse a los molestos efectos del tiempo. Desde luego que siempre existe un tiempo determinado para realizar una acción, pero en el plano espiritual las dimensiones de espacio y tiempo son contradichas, puesto que el mundo espiritual esta por encima del plano del tiempo material, el Maharal nos explica que podemos establecer contacto con el mismo al llegar a el lo mas cerca posible, con pocos esfuerzo físico pero por medio de nuestra intención y voluntad mediante la contracción del elemento físico de nuestros actos al mínimo de esfuerzo y con lo mas imprescindible.
Nuestra redención tenía que ocurrir en un “kjéref ain”, es decir en un abrir y cerrar de ojos, porque esa rapidez es muy necesaria para que este suceso continúe siendo espiritual y todo lo que sucediera posteriormente estuviere por encima de las leyes naturales.
Si hubiéramos dejado Egipto lentamente hubiéramos sido un pueblo regido por las leyes naturales como el resto de los pueblos. Pesaj es una cabeza de año por que nos marca un hito, nuestra nación judía nacía en ese preciso momento y a partir de esa circunstancia seguimos siendo un pueblo espiritual porque nuestro comienzo no obedeció a las leyes sujetas al tiempo y la materia sino que fue espiritual.
Rab Berl Schtudiner
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