martes, 10 de noviembre de 2009

Había quienes dijeron - ¡Seamos como los egipcios!




Hay muchas tradiciones respecto de la naturaleza de la comunidad judía en el tiempo de la esclavitud de Egipto. El Faraón con toda su arrogancia dijo "Arrojen a los niños al Nilo, y el dios del Nilo decidirá quién vivirá y quién morirá"

El midrash describe cómo el pueblo había caído al "nivel 49 de impureza". Nuestro pueblo se había desviado del camino de sus antepasados, por muchos motivos, la constante opresión y la mala influencia del medio, estaban dentro de un mundo de idolatría.

Nuestros Sabios nos enseñan que incluso la circuncisión había sido abandonada y Moshé tuvo que forzarlos a hacerla antes del Éxodo.

"Y se levantó un nuevo rey": Los sabios comienzan este discurso con el siguiente pasaje: Ellos han traicionado a Dios pues hijos extraños han concebido… (Hoshéa 5, 7). Esto nos enseña que cuando Yosef murió, ellos abolieron el pacto de la circuncisión, diciendo:

“¡Seamos como los egipcios!” (Midrash Rabá - Éxodo 1:8).

Sin embargo, se nos dice que hubieron algunos aspectos de la tradición que quedaron intactos: los judíos mantuvieron una vestimenta distintiva, nombres distintivos y un lenguaje distintivo.

El libro Méshej Jojmá explicó que la conservación de estas tres prácticas estaban basadas en una tradición proveniente de Yaacob, quien había anticipado un deterioramiento en la vida judía debido al exilio. Yaacob enseñó a sus hijos que, pase lo que pase, ellos debían siempre cuidar tres costumbres identificatorias básicas, con la esperanza de que esto cortaría el proceso de asimilación. El midrash que es la fuente de esta enseñanza es un poco oscuro; un midrash más accesible nos enseña que los judíos fueron redimidos porque ellos no cambiaron sus nombres o lengua, ni hablaron lashón hará, o cometieron actos de inmoralidad sexual. La fuente que menciona la ropa en lugar de los dos últimos ítems puede ser encontrado en el midrash "Shojer Tov" y ésta es la versión que ha entrado en la conciencia de la comunidad judía.

Cuando nosotros consideramos estos tres ítems, es fascinante notar que Moshé mismo, el redentor, parecía ser deficiente específicamente en estas áreas. El nombre de Moshé: Moshé nació en una familia de la tribu de Leví. En ese tiempo había un decreto de que todos los hombres que nacieren debían ser tirados al río Nilo. Moshé fue encontrado por la hija del Faraón, flotando en una canasta. La hija del Faraón adoptó a Moshé y le puso este nombre.

"Y el niño creció, y ella lo trajo a la hija del Faraón, y fue para ella como un hijo; ella llamó su nombre Moshé, y dijo (explicó) 'pues de las aguas él fue sacado'" (2:10).

No le fue dado a Moshé un nombre judío, él fue llamado por una princesa egipcia. El nombre de Moshé, sin embargo, contiene un elemento que es mucho más insidioso que un simple nombre de origen no judío. El Talmud expone la siguiente pregunta respecto del nombre de Moshé:

Dónde está indicado (el nombre de) Moshé en la Torá? (Julín 139b).

Cuando la hija del Faraón le puso el nombre a Moshé, ¿qué es lo que ella estaba tratando de comunicar? Para entender la profundidad de su acción, primero debemos entender quién fue esta mujer, y, por esa razón quién su padre pensaba que era. En el libro de Iejezkel el siguiente pasaje aparece:

"Habla y comunícate, así dijo Dios: he aquí que yo estoy en tu contra, Faraón, rey de Egipto, el gran cocodrilo que está recostado en el medio de sus ríos, quien dice: mío es mi río (Nilo) y yo me hice a mí mismo" (Iejezkel 29:3).

El Faraón creía que él era el dios del Nilo. El decreto que decía que todos los niños judíos debían ser tirados al río Nilo se hace más significante con esta visión:

Cuando las parteras se negaron a matar a los niños, el Faraón sugirió que los niños sean tirados al agua en lugar de eso. ¿Por qué esto sería más atractivo que simplemente matarlos? Cuando apreciamos que el Faraón se declaró a sí mismo el dios del Nilo, en efecto, él estaba diciendo "arrojen a los niños al Nilo, y el dios del Nilo decidirá quién vivirá y quién morirá", como si las parteras no harían ningún acto de asesinato.

No sólo el Faraón pensaba que era el dios del Nilo sino que también llamó a su hija "Batiá" - Hija de Dios.

Y estos son los hijos de Batiá, hija del Faraón" (Divré Haiamim 1 4:18, también ver Kalá Rabatí 3:23, Vaikrá Rabá 1:3).

Esta fue la mujer que salvó, y le dio nombre a Moshé. Su padre fue "el dios del Nilo", ella fue la hija de "dios", y ella sacó un hijo del Nilo y lo llamó Moshé.

"Pues de las aguas él fue sacado" (2:10). - Cuando Batiá le puso el nombre a Moshé, quiso proclamar algo que tenía significado teológico e implicaciones políticas también. Ella estaba aclamando que el Nilo había dado a luz a su hijo. Por supuesto que ella sabía racionalmente que uno de los hebreos había, de hecho, dado a luz a Moshé, pero debemos recordar que el haber tirado los niños al río Nilo no fue visto como un acto de asesinato, sino como algún tipo de juzgamiento.

Moshé surgió del Nilo con vida, lo cual tiene un significado teológico para Batiá. Es por eso que él es declarado "hijo del Nilo". Ella estaba obviamente poniéndolo a él como el futuro Faraón, o por lo menos que tomase su lugar en el panteón de los dioses egipcios. El nombre de Moshé no fue meramente un nombre egipcio; fue puesto con una connotación idólatra.

Esta visión también nos da una gran apreciación de Moshé, porque ahora sabemos lo que habrá sido para él dejar el palacio y "buscar a sus hermanos". Cuando Moshé intercedió y mató al egipcio, él estaba, de hecho, rechazando toda la forma de vida que había sido dispuesta para él.

El acto heroico de Moshé - el cual tiene un antecedente espiritual en el comportamiento de su bisabuelo Leví - fue un acto de auto sacrificio por otro judío. Al matar al egipcio, Moshé perdió su rol en la sociedad egipcia; él no sería más visto como un dios, sino que sólo como un judío, y sus oportunidades de algún día ascender al trono desaparecieron.

Este auto sacrificio fue el primer paso hacia la asunción del liderazgo del pueblo judío, pero por supuesto, tal consideración era bastante extraña a Moshé. De cualquier manera, no podemos mirar por arriba la ironía del nombre de Moshé: el redentor de los judíos, quienes retuvieron sus distinciones en sus nombres, fue considerado un dios para los egipcios, y su nombre reflejaba este estatus y rol. Vestimenta: Cuando Moshé se escapó de Egipto, fue a Midián, donde fue identificado y descripto como un "ish mitzrí" - un hombre egipcio. ¿Qué tenía Moshé que lo hacía parecerse a un egipcio?

"¿Fue Moshé un egipcio? Más bien sus ropas eran egipcias, pero él era un hebreo" (Midrash Rabá 1:32).

El segundo factor que contribuyó a la liberación fue que tenían una vestimenta distintiva. Aquí también, Moshé fue deficiente. Lenguaje: los judíos también conservaron un lenguaje diferente, preservando el hebreo como su lengua madre a pesar de los largos años de exilio. Aquí también, las credenciales de Moshé parecían faltar.

La Torá nos dice que Moshé tenía dificultades para hablar:

"Yo no soy un hombre elocuente…., sino que soy lento (kaved) de habla, y lento de lengua" (4:10).

Más tarde, Moshé se describió a sí mismo como "arel sefatáim" (6:12,30) que literalmente significa "labios no circuncidados", refiriéndose a otra clase de impedimentos. Tomándolo literariamente, surge que Moshé no siente que él tiene el derecho de representar al pueblo de Israel porque su lengua estaba "no circuncidada": el habla de Moshé también era egipcia.

Si, verdaderamente, los judíos fueron salvados porque conservaron estas tres prácticas básicas de identificación, entonces, Moshé pareciera ser un improbable redentor. Por qué fue elegido Moshé? Como vimos por la respuesta de Moshé a la opresión de sus hermanos judíos, él ciertamente poseía cualidades para liderar. El modelo de liderazgo en la tradición judía no es el individuo que está predispuesto a subyugar a otros, sino que es el individuo que está predispuesto a sacrificarse por otros. Moshé, quien fue el hombre más modesto, fue el líder más fino y el maestro más apropiado que nuestro pueblo pudo tener. Aún más, a pesar de la educación de Moshé, él rechazó su rol en la sociedad egipcia, así como la cultura y la creencia egipcia. Esto está evidenciado por el hecho de que después de dejar Egipto, está escrito:

"Y Moshé fue el pastor del rebaño de su suegro" (3:1).

Esta cita, aparentemente inocente, dice mucho si recordamos la advertencia de Yosef a sus hermanos al llegar a Egipto: Ellos debían buscar una manera delicada de informarle al Faraón de su ocupación:

"Porque todo pastor es considerado abominación en Egipto" (46:34).

Moshé se había convertido en un pastor, la ocupación más detestable en el sistema de valores de Egipto. Precisamente, en ese momento Dios se le revela a Moshé por primera vez, en la zarza ardiente. El rechazo a la vida egipcia y sus valores fue lo que aparentemente permitió la Revelación Divina. Podemos comenzar a entender porqué Moshé merecía ser el líder: él poseía una integridad espiritual increíble. ¿De qué fuente es que Moshé tomó la fuerza de cambiar su vida? Qué inspiró a Moshé a comenzar una búsqueda espiritual, una odisea que lo transformaría de ser el heredero del trono egipcio a ser el luchador por la libertad de los esclavos privados de sus derechos, el pastor cuidadoso, el derrotador del imperio egipcio, el líder de los judíos y finalmente el que recibió en el Monte Sinaí la Torá y la transmitió cumpliendo así el destino de Abraham, Itzjak e Yaacob?

Podemos ver dentro de Moshé las cualidades de sus distinguidos antepasados. Moshé tenía el jésed de Abraham, la guevurá de Itzjak y el emet de Yaacob. Todo esto puede ser visto en la reacción de Moshé hacia el esclavo judío quien estaba siendo golpeado por un egipcio. Moshé sintió jésed hacia la víctima; Moshé mostró guevurá cuando puso a un lado sus consideraciones personales y se metió en el altercado. Y finalmente, Moshé mostró emet cuando inmediatamente discernió cuál de los dos lados tenía razón. Obviamente, los padres de Moshé hicieron un buen trabajo educándolo en el corto tiempo que tuvieron a su hijo en la casa, antes de entregarlo al palacio.

Moshé ciertamente ganó su puesto de líder, pero ¿por qué Dios eligió un judío educado en el palacio para que sea el líder? Evidentemente, para que el Éxodo tomase lugar, precisamente una persona como Moshé era necesaria. Hay una enseñanza poderosa sobre la naturaleza del Éxodo que debemos aprender: si Él hubiese decidido, seguramente Dios podía simplemente "queriéndolo" haber sacado a los judíos de Egipto. ¿Por qué tenía que pasar todo el proceso de las plagas y las negociaciones con el Faraón? El propósito de esto pareciera ser de doble faz: era necesario para ambos, los judíos y los egipcios.

Después de pasar tantos años en Egipto, las creencias de los egipcios podrían haber formado parte de la comunidad judía. Qué mejor manera de mostrar la ruptura del sistema de creencia egipcia que el haber revelado a uno de los "dioses" egipcios como un judío. Para los judíos, esto erradicaría cualquier creencia naciente de la mitología egipcia. Por supuesto, algunos de los judíos encontraron difícil rechazar totalmente estas influencias, así como podemos ver en el episodio del becerro de oro, pero para la mayoría de los judíos el mensaje estaba claro. Mientras que Moshé se vio a sí mismo como inapropiado para liderar a los judíos, Dios no encontró a otro mejor que él, específicamente por los atributos que Moshé enumeró como sus propios "defectos".

Por otro lado, el mensaje fue importante también para los egipcios; ellos también necesitaban saber que su religión era falsa. Quién mejor maestro que Moshé? En un momento él se vistió como ellos, habló como ellos y ellos estaban incluso preparados para idolatrarlo. Este tema de educar a los egipcios está articulado en la haftará (de Vaerá), donde está escrito que algún día todas las naciones del mundo reconocerán a Dios.

"Y todos los habitantes de Egipto sabrán que Yo soy Dios, porque ellos han sido un bastón para la casa de Israel…Y Yo dispersaré a Egipto entre las naciones, y los dispersaré entre los países; y ellos sabrán que Yo soy Dios" (Iejezkel 29:6, 30:26).

La redención de Egipto, que sirve como un prototipo de nuestra Redención final, tiene conceptos universales; no simplemente la salida de los judíos de esa tierra extraña, sino que una poderosa polémica en contra de la más grande civilización en el mundo en ese tiempo. Cada una de las plagas fue diseñada como un truco para convencer a los judíos, por un lado, y desmoralizar a los egipcios por el otro. Pero cuando la mitología egipcia se mostró como un sistema auto glorificante en quiebra, el pueblo egipcio tendría que haberse dado cuenta de la superioridad del pensamiento judío. Al final, los egipcios, aún convencidos de la fortaleza de su dios el Faraón, lo siguieron y entraron con él en el mar, hasta la muerte. Sorprendentemente, aún después de diez plagas, ellos todavía creían que tenían una posibilidad de ser victoriosos.

Sólo podemos imaginar a los líderes egipcios alentando al ejército, insistiendo que el poder del Dios de los judíos se limita a la tierra, mientras que el poder del Faraón sobre el mar es absoluto y la victoria es segura…Cuando la redención final llegue, no va a ser sólo de un interés judío. Será el evento más grandioso en las historia del mundo, que convencerá a todos los pueblos del mundo del error en sus caminos. El concepto judío de la Redención tiene su antecedente en la redención de Egipto. Moshé, el impredecible héroe, surge del mismo epicentro de la civilización que deberá ser rechazada: Como la gloriosa corona de la cultura egipcia, el rechazo de Moshé hacia la vida egipcia mostró mucho a todos los que lo conocían o supieron de él. A pesar de que Moshé mismo dudó en asumir el rol del redentor, su mismo rechazo hizo que sea una opción mucho más atractiva, especialmente cuando recordamos que un elemento crucial del Éxodo fue la eventual Revelación en el monte Sinaí:

"Y Él dijo: Ciertamente Yo estaré contigo; y esta será una señal para ti, que Yo te he enviado. Cuando tú saques al pueblo fuera de Egipto, deberás servir a Dios en esta montaña" (3:12).

Moshé es recordado para la posteridad no tanto como el redentor - su nombre es virtualmente ausente de la Hagadá de Pesaj que cuenta la salida de Egipto - sino que Moshé es conocido como "Rabeinu" - nuestro maestro. Seguramente, la redención fue política y geográfica; pero lo más importante, es que fue teológica y aquí es donde Moshé sobresale, como el más grande de los maestros en nuestra historia.

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